Seguro que has escuchado frases como «la fruta tiene mucho azúcar», «mejor no comer plátano por la noche» o «la sandía es puro azúcar». Vamos a dejarlo claro desde el minuto uno: no, la fruta no engorda por el simple hecho de ser fruta.
Vamos a desmontar este mito con ciencia, sentido común y un poco de pedagogía nutricional.

¿De dónde sale el miedo a la fruta?
Durante años se ha criminalizado a la fruta por su contenido en fructosa, un tipo de azúcar natural. La industria del miedo, sumada a ciertas dietas extremas, ha hecho que muchas personas duden al comerse una manzana. Y es absurdo.
Azúcar natural vs. azúcar añadido
No todo el azúcar es igual. La fruta contiene:
- Fructosa, que viene acompañada de fibra, agua, vitaminas y antioxidantes
- Cero azúcar añadido
- Alta saciedad con bajo aporte calórico
Comparar una pieza de fruta con un pastelito ultraprocesado por el contenido en «azúcar» es como comparar un café solo con un licor con nata y sirope.

¿Y la fructosa no es mala?
La fructosa aislada y en exceso, como la que contienen muchos refrescos o productos procesados, sí puede ser perjudicial. Pero en la fruta la cantidad es pequeña y viene en un envase natural que regula su absorción.
Tu cuerpo no reacciona igual a un zumo embotellado que a una naranja entera.
La clave: carga glucémica y contexto
La fruta tiene un impacto glucémico muy distinto según:
- Si se consume con piel (fibra)
- Si la masticas o la licúas
- Si la combinas con otros alimentos (proteínas, grasas…)
En la mayoría de los casos, la fruta no solo no engorda, sino que ayuda a controlar el apetito, mejora la digestón y aporta micronutrientes esenciales.
¿Cuánta fruta se puede comer al día?
Depende de tu plan, tus objetivos y tus necesidades energéticas. Pero en una pauta general:
- 2 a 3 piezas al día es más que razonable
- Si entrenas mucho, puedes incluir más sin problema
- Comer fruta como postre o merienda es una opción muy saludable
Cuándo deberías ajustar el consumo
En casos muy concretos (resistencia a la insulina, tratamientos médicos, etc.) es recomendable adaptar la cantidad, combinación o momento de ingesta. Pero nunca eliminarla.
La fruta no es el problema. El problema es el miedo, el exceso de procesados y la falta de educación nutricional.
En resumen
- Comer fruta no engorda. Engorda el exceso, no el alimento.
- La fruta te hidrata, te nutre y te ayuda a mantener buenos hábitos.
- Deja de temerle al plátano. Témele al bollo ultraprocesado que te comes con la excusa de que «tiene menos azúcar».
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